Ahora me encuentro en un momento en el que he de diseñar una serie de formaciones sobre la participación de los niños y los jóvenes. Estas formaciones están dirigidas a monitores monitoras de centros de esplai.

Al hablar de participación hablamos de un proceso educativo cuya meta es hacer que la persona devenga protagonista de su vida, que sea autónoma (y lo mismo aplicado a un colectivo). Esto se traduce en que sea capaz de asumir decisiones y ser responsable ante éstas. Por eso, la participación la trabajamos en base a la decisión y la responsabilización progresivas.

Este planteamiento de la participación tiene mucho que ver con la idea de centro que estamos trabajando en Pedagogía en movimiento. De hecho, el mismo objetivo de la participación está hablando de que la persona devenga el centro de su vida. Para que una persona ocupe su centro implica que ha de tomar CONCIENCIA de quien es y que lugar ocupa. La repera ya es cuando uno empieza a actuar a partir de ese centro, cumpliendo la máxima de siente, piensa y actúa en la misma dirección. Pues vamos a por la repera.

Este camino hasta el centro, parte y se desarrolla en el territorio de la incertidumbre. Por lo tanto, un primer paso ha de ser sentir nuestra incertidumbre, sentir esos campos viscosos, difuminados, resbaladizo, huidizos y quebrados de la incertidumbre. ¿Como? A partir del cuerpo, y con la compañía de buenas personas.

Fijaos que al hablar del cuerpo y de la compañía estamos introduciendo dos valores fundamentales de la ecuación: el individuo y el grupo. Deteniéndome en el segundo, señalar la importancia que tienen los monitores (o maestros, profesores, entrenadores etc). Estas figuras, tal y como se ha señalado desde Pedagogía en movimiento, representan un centro que guiará a la persona a su centro, ofreciéndole una serie de herramientas. No es moco de pavo este lugar que ocupan los monitores, pues su responsabilidad para con la otra persona es mucha (pero no toda, ni la principal).

Y llegados aquí me pregunto: ¿Hasta que punto están preparados los monitores para ejercer de centro? e hilando fino ¿que grado de conciencia tienen de si mismos? y por tanto, ¿hasta que punto se hallan ellos en su centro? Sea mucho o sea poco, aquí radica nuestro servicio/aportación a los demás; apoyar en ese proceso de concienciación, cimentando el centro que ellos representan, usando el cuerpo como herramienta.

Hasta el momento, y para pensar sobre estas formaciones, ya hemos extraído varios ingredientes:
el objetivo; que la persona alcance su autonomía/centro,
el territorio de partida; la incertidumbre,
dos variables/dimensiones del camino: el individuo y el grupo,
dentro del grupo; los monitores como centros para los niños y jóvenes.

Avancemos un poco más, a la pregunta del millón:

¿Con que herramientas puede el monitor guiar al joven por el camino de la incertidumbre para que este alcance su centro? Sin duda alguna, aquí apostaremos claramente por el cuerpo; tomar conciencia del propio cuerpo y hacerlo servir como herramienta a la vez que como metáfora. Herramienta porque trabajaremos con y desde él, y metáfora porque pensaremos a partir de él. Tal y como se desprende del articulo “La incertidumbre”, apostaremos por trabajar
con y desde las extremidades, para experimentar y pensar sobre la incertidumbre
y con y desde el abdomen, para experimentar y pensar la certidumbre/centro.
Voilà!, hasta aquí estas breves reflexiones que ponen generosas semillas para un mundo mejor. Buenas noches.

Rafa Cortés

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One Response so far.

  1. Anónimo says:

    muuy bueeenooo!
    me interesa lo que decís, acuerdo de principio a fin
    y si conoces espacios donde poder profundizar nuestra capacidad de vivir la incertidumbre como parte del proceso que colabora con el ser y estar en el mundo d emanera más genuina, me gustaría recibir información
    muchas gracias!
    martinafoul@yahoo.com.ar
    martina

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